Los novios habían ido como invitados a algún evento anterior que habíamos organizado y tenían claro que querían nuestros servicios.
Como era una boda en diciembre y querían que la gente se moviera a pie por la ciudad, alquilamos el teatro Cervantes y lo ambientamos como un casino años 30. Los tonos eran dorados y rojos. Las mesas tenían nombres de películas. Los centros de mesa eran ramas doradas con bolas rojas y doradas.
Los invitados tenían una chistera en la mesa y las invitadas unas preciosas máscaras de plumas. Todo el aperitivo ambientado con música de Jazz y tras la comida, la orquesta en directo animó a unos jóvenes invitados encima del escenario. Hubo máquinas de palomitas antiguas, carritos de algodón de estilo vintage, mesa de dulces…
Original y encantadora.