La boda de María y Raúl se organizó en pocos meses, tras 18 años de noviazgo. Ellos tenían claro que querían algo dentro del parque natural, una finca.
La ceremonia religiosa en la recién rehabilitada iglesia de las Salinas nos llevó a buscar algo por San José. El cortijo, en el incomparable marco de la bahía de Genoveses, era una maravilla. La decoramos siguiendo la línea rústica que desprende la edificación y el entorno. Poniendo especial empeño en el porche en el que se celebró el coctel y barra libre. Jugamos con la iluminación, colgamos faroles, atrapa sueños.
Creamos un precioso árbol del amor. Se hicieron espacios para el descanso con alpacas de paja y pales, telas de colores, flores silvestres, jarrones. Para los centros de mesa se prepararon rodajas de troncos barnizadas, velas.
Hubo carro de chuches, un divertidísimo photocall, grupo de música, DJ y recena hasta que amaneció….