Se trató de una boda muy especial, uno de nuestros primeros trabajos. Los novios se implicaron mucho y nos divertimos preparándola. La finca elegida era una preciosidad, dentro del parque natural, pero en aquel momento necesitaba mucho trabajo para adaptarla a las necesidades de una boda tan grande.
Se montó una maravillosa carpa-jaima integrada en la naturaleza, dejando árboles dentro. El suelo se llenó de jarapas almerienses. Y, a modo de cortijo señorial, se decoró con muebles, alhacenas antiguas, marcos de plata, libros, juguetes antiguos y flores.
Para la ceremonia civil se preparó una pérgola de madera con cortinas de gasa. Había jarrones y guirnaldas con girasoles por todos los rincones, que era la flor favorita de Carmen.
Y para los niños una maravillosa jaima árabe con juegos y cuidadoras.
Todo estaba cuajado de detalles, la iluminación era espectacular.
Fue un trabajo entrañable.